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Los perros me han rodeado; me ha cercado una pandilla de malhechores, y horadaron mis manos y mis pies.
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Puedo contar todos mis huesos; ellos me miran y me observan.
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Reparten entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echan suertes.
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Pero tú, oh SEÑOR, no te alejes. Fortaleza mía, apresúrate para ayudarme.
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