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Dios mío, clamo de día y no respondes; clamo de noche y no hay sosiego para mí.
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Pero tú eres santo. ¡Tú, que habitas entre las alabanzas de Israel!
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Nuestros padres esperaron en ti: Esperaron, y tú los libraste.
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Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti, y no fueron defraudados.
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