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Pero tú eres santo. ¡Tú, que habitas entre las alabanzas de Israel!
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Nuestros padres esperaron en ti: Esperaron, y tú los libraste.
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Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti, y no fueron defraudados.
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Pero yo soy un gusano y no un hombre, objeto de la afrenta de los hombres y despreciado del pueblo.
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Todos los que me ven se burlan de mí. Estiran los labios y mueven la cabeza diciendo:
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“En el SEÑOR confió; que él lo rescate. Que lo libre, ya que de él se agradó”.
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Pero tú eres el que me sacó del vientre; me has hecho estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.
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