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[1] Salmo de David. A ti, oh SEÑOR, levantaré mi alma.
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¡Dios mío, en ti confío! No sea yo avergonzado. No triunfen sobre mí mis enemigos.
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Ciertamente ninguno de los que confían en ti será avergonzado. Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
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Muéstrame, oh SEÑOR, tus caminos; enséñame tus sendas.
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Encamíname en tu verdad y enséñame porque tú eres el Dios de mi salvación. En ti he esperado todo el día.
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Acuérdate, oh SEÑOR, de tu compasión y de tu misericordia que son perpetuas.
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No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis rebeliones. Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh SEÑOR.
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