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Salmo de David. A ti clamaré, oh SEÑOR; Roca mía, no te hagas el sordo para conmigo. No suceda que, por quedarte en silencio ante mí, yo llegue a ser semejante a los que descienden a la fosa.
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Escucha la voz de mis ruegos cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacia tu lugar santísimo.
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No me arrastres junto con los impíos, con los que hacen iniquidad, los cuales hablan de paz a su prójimo pero la maldad está en su corazón.
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