-
Cántico para la dedicación del templo. Salmo de David. Te glorificaré, oh SEÑOR, porque me has levantado y no has dejado que mis enemigos se alegren de mí.
-
Oh SEÑOR, Dios mío, a ti clamé y me sanaste.
-
Oh SEÑOR, tú has hecho subir mi alma del Seol; desde la fosa me has vuelto a la vida.
-
Canten al SEÑOR, ustedes sus fieles; celebren la memoria de su santidad.
-
Porque su ira dura solo un momento pero su favor dura toda la vida. Por la noche dura el llanto pero al amanecer vendrá la alegría.
-
Yo dije en medio de mi tranquilidad: “No seré movido jamás”.
-
Tú, oh SEÑOR, por tu buena voluntad estableciste mi monte con poder. Pero escondiste tu rostro, y quedé turbado.
-
A ti, oh SEÑOR, invocaré; al Señor suplicaré:
-
“¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?”.
-
Escucha, oh SEÑOR, y ten misericordia de mí. SEÑOR, sé tú mi ayudador.
-
Has convertido mi lamento en una danza; quitaste mi vestido de luto y me ceñiste de alegría.
-
Por eso mi alma te cantará y no callará. Oh SEÑOR, Dios mío, te alabaré para siempre.