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Pero yo he confiado en ti, oh SEÑOR. He dicho: “Tú eres mi Dios;
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en tus manos están mis tiempos”. Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.
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Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia.
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Oh SEÑOR, no sea yo avergonzado ya que te he invocado. Sean avergonzados los impíos; desciendan en silencio al Seol.
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Enmudezcan los labios mentirosos que hablan insolencias contra el justo con soberbia y desprecio.
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¡Cuán grande es la bondad que has guardado para los que te temen, que has obrado para los que en ti se refugian contra los hijos del hombre!
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En el refugio de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre. En un tabernáculo los guardarás de las contiendas de la lengua.
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¡Bendito sea el SEÑOR! Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada.
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En mi apresuramiento yo dije: “¡Cortado soy de tu presencia!”. Pero cuando clamé a ti oíste la voz de mis ruegos.
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Amen al SEÑOR, todos ustedes sus santos. A los fieles guarda el SEÑOR, pero retribuye en abundancia al que actúa con soberbia.
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Esfuércense, todos ustedes los que esperan en el SEÑOR, y tome aliento su corazón.
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