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Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, por amor de tu nombre me guiarás y me encaminarás.
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Sácame de la red que han escondido para mí porque tú eres mi fortaleza.
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En tus manos encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, oh SEÑOR, Dios de verdad.
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Aborrezco a los que esperan en los ídolos vanos, pero yo en el SEÑOR he confiado.
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Me gozaré y alegraré en tu misericordia porque has visto mi aflicción. Has conocido mi alma en las angustias
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y no me entregaste en mano del enemigo. Hiciste que mis pies se posasen en lugar espacioso.
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Ten misericordia de mí, oh SEÑOR, porque estoy en angustia. Mis ojos, mi alma y mis entrañas se han debilitado por el pesar.
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Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar. Mi fuerza me falla a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han debilitado.
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Para todos mis enemigos he sido objeto de oprobio. He sido objeto de horror para mis vecinos, y de miedo para mis conocidos. Los que me veían huían de mí.
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He sido olvidado en sus corazones como un muerto; he venido a ser como un objeto inútil.
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Porque he oído la calumnia de muchos; el terror está por todas partes, mientras traman unidos contra mí y planean quitarme la vida.
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Pero yo he confiado en ti, oh SEÑOR. He dicho: “Tú eres mi Dios;
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en tus manos están mis tiempos”. Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.
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Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia.
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Oh SEÑOR, no sea yo avergonzado ya que te he invocado. Sean avergonzados los impíos; desciendan en silencio al Seol.
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Enmudezcan los labios mentirosos que hablan insolencias contra el justo con soberbia y desprecio.
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¡Cuán grande es la bondad que has guardado para los que te temen, que has obrado para los que en ti se refugian contra los hijos del hombre!