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En tus manos encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, oh SEÑOR, Dios de verdad.
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Aborrezco a los que esperan en los ídolos vanos, pero yo en el SEÑOR he confiado.
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Me gozaré y alegraré en tu misericordia porque has visto mi aflicción. Has conocido mi alma en las angustias
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y no me entregaste en mano del enemigo. Hiciste que mis pies se posasen en lugar espacioso.
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