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El SEÑOR ve desde los cielos; mira a todos los hijos del hombre.
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Desde el lugar de su morada observa a todos los habitantes de la tierra.
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El que formó el corazón de todos ellos comprende todas sus obras.
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El rey no es librado por la multitud del ejército; el valiente no escapa por su mucha fuerza.
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Vano es el caballo para la victoria; a pesar de su gran fuerza no podrá librar.
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El ojo del SEÑOR está sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia,
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para librar el alma de ellos de la muerte y para darles vida en tiempos de hambre.
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Nuestra alma espera en el SEÑOR; él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
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Por eso, nuestro corazón se alegra en él, porque en su santo nombre hemos confiado.
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Sea tu misericordia, oh SEÑOR, sobre nosotros según lo esperamos de ti.
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