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El ojo del SEÑOR está sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia,
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para librar el alma de ellos de la muerte y para darles vida en tiempos de hambre.
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Nuestra alma espera en el SEÑOR; él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
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Por eso, nuestro corazón se alegra en él, porque en su santo nombre hemos confiado.
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Sea tu misericordia, oh SEÑOR, sobre nosotros según lo esperamos de ti.
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