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Se han levantado testigos falsos, y me interrogan de lo que no sé.
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Me han pagado mal por bien. ¡Desolación para mi alma!
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Sin embargo, cuando se enfermaron yo me vestí de aflicción. Me afligí a mí mismo con ayuno, y mi oración se volvía a mi seno.
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Como por mi compañero, como por mi hermano actuaba; como el que hace luto por una madre, enlutado me humillaba.
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Pero cuando yo tropecé ellos se alegraron y se reunieron. Se reunieron contra mí los calumniadores sin que yo lo supiera. Me despedazaban y no cesaban.
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Con impiedad se dedicaron al escarnio; crujieron sus dientes contra mí.
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Oh Señor, ¿hasta cuándo consentirás esto? Rescata de sus destrucciones mi alma; libra mi única vida de los leones.
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Te confesaré en la gran congregación; te alabaré en medio de un pueblo numeroso.
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No se alegren de mí los que sin razón son mis enemigos ni guiñen el ojo los que me aborrecen sin causa.
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