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Pero cuando yo tropecé ellos se alegraron y se reunieron. Se reunieron contra mí los calumniadores sin que yo lo supiera. Me despedazaban y no cesaban.
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Con impiedad se dedicaron al escarnio; crujieron sus dientes contra mí.
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Oh Señor, ¿hasta cuándo consentirás esto? Rescata de sus destrucciones mi alma; libra mi única vida de los leones.
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Te confesaré en la gran congregación; te alabaré en medio de un pueblo numeroso.
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No se alegren de mí los que sin razón son mis enemigos ni guiñen el ojo los que me aborrecen sin causa.
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Porque no hablan paz, y contra los mansos de la tierra traman engaños.
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Ensanchan contra mí su boca diciendo: “¡Ajá, ajá, nuestros ojos lo han visto!”.
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