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Sean avergonzados y afrentados los que buscan mi vida; vuelvan atrás y sean humillados los que planean hacerme daño.
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Sean como el tamo ante el viento, y que los acose el ángel del SEÑOR.
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Sea su camino tenebroso y resbaladizo, y que les persiga el ángel del SEÑOR.
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Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo; sin causa pusieron trampa para mi vida.
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Que le alcance la destrucción que no imagina, y que le prenda la red que él mismo escondió. Caiga él en aquella destrucción.
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Entonces mi alma se gozará en el SEÑOR y se alegrará en su salvación.
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Todos mis huesos dirán: “Oh SEÑOR, ¿quién hay como tú? Libras al pobre del más fuerte que él; al pobre y necesitado del que lo despoja”.
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