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Pero yo, como si fuera sordo, no escuchaba, y era como un mudo que no abre la boca.
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Actué como un hombre que no oye, y en cuya boca no hay amonestación.
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Pues en ti, oh SEÑOR, he esperado; tú responderás, oh SEÑOR, Dios mío.
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Porque dije: “No sea que se alegren de mí y, cuando resbale mi pie, se enaltezcan sobre mí”.
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