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No hay parte sana en mi cuerpo a causa de tu ira; no hay paz en mis huesos a causa de mi pecado.
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Porque mis iniquidades han sobrepasado mi cabeza; como carga pesada me agobian.
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Hieden y supuran mis heridas a causa de mi locura.
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Estoy encorvado y abatido en gran manera; ando enlutado todo el día.
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Porque mis espaldas están inflamadas, y no hay parte sana en mi cuerpo.
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Estoy debilitado y totalmente molido; gimo a causa de la conmoción de mi corazón.
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Oh Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi gemido no te es oculto.
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Mi corazón palpita fuertemente, y mi vigor me ha abandonado. Aun la luz de mis ojos ya no está conmigo.
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Mis amigos y compañeros se han apartado de mi plaga; mis parientes se han mantenido alejados.
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Los que buscaban mi vida armaron trampas, y los que procuraban mi mal profirieron amenazas. Maquinaban fraudes todo el día.
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Pero yo, como si fuera sordo, no escuchaba, y era como un mudo que no abre la boca.
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Actué como un hombre que no oye, y en cuya boca no hay amonestación.
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Pues en ti, oh SEÑOR, he esperado; tú responderás, oh SEÑOR, Dios mío.
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Porque dije: “No sea que se alegren de mí y, cuando resbale mi pie, se enaltezcan sobre mí”.
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Porque yo estoy a punto de caer, y mi dolor está delante de mí continuamente.
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Por eso confesaré mi iniquidad; me acongojaré por mi pecado.
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Porque mis enemigos están vivos y fuertes; se han aumentado los que me aborrecen sin motivo.