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Oh Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi gemido no te es oculto.
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Mi corazón palpita fuertemente, y mi vigor me ha abandonado. Aun la luz de mis ojos ya no está conmigo.
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Mis amigos y compañeros se han apartado de mi plaga; mis parientes se han mantenido alejados.
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Los que buscaban mi vida armaron trampas, y los que procuraban mi mal profirieron amenazas. Maquinaban fraudes todo el día.
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Pero yo, como si fuera sordo, no escuchaba, y era como un mudo que no abre la boca.
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Actué como un hombre que no oye, y en cuya boca no hay amonestación.
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