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Mi corazón se enardeció dentro de mí; fuego se encendió en mi suspirar, y así hablé con mi lengua:
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Hazme saber, oh SEÑOR, mi final, y cuál sea la medida de mis días. Sepa yo cuán pasajero soy.
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He aquí, has hecho que mis días sean breves; mi existencia es como nada delante de ti. De veras, solo vanidad es todo hombre en su gloria. Selah
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En la oscuridad deambula el hombre; de veras, en vano se inquieta por acumular, y no sabe quién lo recogerá.
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Ahora, oh Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.
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Líbrame de todas mis rebeliones; no me pongas por burla del insensato.
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Enmudecí; no abrí mi boca porque tú eres quien lo hizo.
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