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“Algo abominable se ha derramado sobre él. El que cayó en la cama no se volverá a levantar”.
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Aun mi amigo íntimo, en quien yo confiaba y quien comía de mi pan, ha levantado contra mí el talón.
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Pero tú, oh SEÑOR, ten misericordia de mí; haz que me levante, y les daré su merecido.
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En esto conoceré que de mí te has agradado: en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.
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