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Sin embargo, nos has desechado y nos has confundido; ya no sales con nuestros ejércitos.
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Nos has hecho retroceder ante el enemigo, y los que nos aborrecen nos han saqueado.
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Nos has puesto como ovejas para el consumo, y nos has esparcido entre las naciones.
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Has vendido de balde a tu pueblo, y ningún provecho has ganado con su precio.
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Nos has puesto como afrenta ante nuestros vecinos; por burla y ridículo ante los que están a nuestro alrededor.
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Nos has puesto como refrán en medio de las naciones y como objeto de burla en medio de los pueblos.
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Cada día mi confusión está delante de mí, y mi cara se cubre de vergüenza
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por la voz del que injuria y deshonra, por causa del enemigo y del vengativo.
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Todo esto nos ha venido, pero no nos hemos olvidado de ti ni hemos faltado a tu pacto.
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No se ha vuelto atrás nuestro corazón ni tampoco nuestros pasos se han apartado de tu camino,
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para que nos abatas en el lugar de los chacales y nos cubras con densa oscuridad.
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Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios o alzado nuestras manos a un dios extraño,
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¿no averiguaría esto Dios, quien conoce los secretos del corazón?
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Más bien, por tu causa nos matan cada día; somos tratados como ovejas para el matadero.
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Despierta; ¿por qué duermes, oh Señor? Despierta; no nos abandones para siempre.
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¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestra aflicción y opresión?
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Nuestra alma está postrada hasta el polvo; nuestro vientre está pegado a la tierra.
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Levántate, socórrenos y redímenos por tu misericordia.