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Ciñe tu espada sobre tu muslo, oh valiente, en tu gloria y majestad.
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En tu majestad cabalga y triunfa por causa de la verdad, de la humildad y de la justicia. Tu mano derecha te mostrará cosas asombrosas.
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Pueblos caerán debajo de ti; tus flechas agudas penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.
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Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro de tu reino.
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Has amado la justicia y aborrecido la injusticia; por eso te ha ungido Dios, el Dios tuyo, con aceite de gozo, más que a tus compañeros.
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Mirra, áloe y casia exhalan todas tus vestiduras; en palacios de marfil te han recreado los instrumentos de cuerda.
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Hijas de reyes hay en tu corte de honor; la reina está de pie a tu derecha con oro de Ofir.
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Oye, hija, y mira; inclina tu oído: Olvida tu pueblo y la casa de tu padre.
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El rey desea tu hermosura; inclínate hacia él porque él es tu señor.
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Las hijas de Tiro vienen con presentes, y los ricos del pueblo imploran tu favor.
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Toda gloriosa está la hija del rey; de perlas engastadas en oro es su vestido.
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Con vestido bordado será llevada ante el rey. Vírgenes irán detrás de ella; sus compañeras serán traídas a ti.
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Serán traídas con alegría y con gozo, y entrarán en el palacio del rey.
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En lugar de tus padres estarán tus hijos a quienes harás príncipes en toda la tierra.
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Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones, por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.