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Cuando él los mira, los sabios mueren; contempla al necio y al torpe, y ellos perecen y dejan a otros sus riquezas.
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De los que llaman sus tierras con sus nombres, sus tumbas son sus casas para siempre, y sus moradas de generación en generación.
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Pero el hombre no permanecerá en sus riquezas; más bien, es semejante a los animales que perecen.
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Este camino suyo es necedad. No obstante, sus seguidores se complacen en sus dichos. Selah
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Como ovejas que fueron apartadas para el Seol, los pastorea la muerte; los rectos se enseñorearán de ellos. Al amanecer se desvanecerá su buen aspecto, y el Seol será su morada.
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