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No temas cuando alguno se enriquece, cuando aumenta la gloria de su casa.
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Porque al morir no llevará nada ni descenderá tras él su gloria.
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Aunque su alma lo bendiga mientras vive, y reconozcan que ella lo prospera,
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entrará en la generación de sus padres y nunca más verá la luz.
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El hombre que vive con honores, pero sin entendimiento, es semejante a los animales que perecen.
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