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No me eches de tu presencia ni quites de mí tu Santo Espíritu.
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Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente.
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Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
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Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo cantará mi lengua tu justicia.
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