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Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza.
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Porque no quieres sacrificio; y si doy holocausto, no lo aceptas.
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Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no desprecias tú, oh Dios.
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Haz bien a Sion con tu benevolencia; edifica los muros de Jerusalén.
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Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto o la ofrenda del todo quemada. Entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.
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