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Si un enemigo me hubiera afrentado yo lo habría soportado. Si el que me aborrece se hubiera levantado contra mí yo me habría ocultado de él.
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Pero fuiste tú, un hombre igual a mí, mi compañero, mi íntimo amigo;
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quienes juntos compartíamos dulcemente los secretos, y con afecto nos paseábamos en la casa de Dios.
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Que la muerte los sorprenda y desciendan vivos al Seol. Porque el mal está en sus moradas, instalado en medio de ellos.
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No obstante, yo clamaré a Dios, y el SEÑOR me salvará.
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Al anochecer, al amanecer y al mediodía oraré y clamaré; y él oirá mi voz.
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Ha rescatado en paz mi alma de la guerra que han desatado en contra de mí, aunque son muchos los que han estado contra mí.
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Dios oirá, y luego los humillará; ¡Él, que permanece desde la antigüedad! SelahPorque no cambian de actitud ni temen a Dios.
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Más bien, aquel extiende sus manos contra sus propios aliados, y viola su pacto.
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Ellos ablandan su boca más que mantequilla, pero en su corazón hay contienda. Suavizan sus palabras más que el aceite, pero son como espadas desenvainadas.
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Echa tu carga sobre el SEÑOR, y él te sostendrá. Jamás dejará caído al justo.
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Tú, oh Dios, harás descender a aquellos al pozo de la destrucción. Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días, pero yo confiaré en ti.