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Pero fuiste tú, un hombre igual a mí, mi compañero, mi íntimo amigo;
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quienes juntos compartíamos dulcemente los secretos, y con afecto nos paseábamos en la casa de Dios.
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Que la muerte los sorprenda y desciendan vivos al Seol. Porque el mal está en sus moradas, instalado en medio de ellos.
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