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Destrúyelos, oh Señor, y confunde su lengua; porque violencia y rencilla he visto en la ciudad.
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Día y noche hacen rondas sobre sus muros, y la maldad y el abuso están adentro.
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Agravio hay en medio de ella; el fraude y el engaño no se apartan de sus plazas.
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Si un enemigo me hubiera afrentado yo lo habría soportado. Si el que me aborrece se hubiera levantado contra mí yo me habría ocultado de él.
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Pero fuiste tú, un hombre igual a mí, mi compañero, mi íntimo amigo;
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quienes juntos compartíamos dulcemente los secretos, y con afecto nos paseábamos en la casa de Dios.
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Que la muerte los sorprenda y desciendan vivos al Seol. Porque el mal está en sus moradas, instalado en medio de ellos.
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