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Vuelven al anochecer, aúllan como perros y rodean la ciudad.
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He aquí, profieren con su boca; espadas hay en sus labios. Porque dicen: “¿Quién oye?”.
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Pero tú, oh SEÑOR, te reirás de ellos; te burlarás de todas las naciones.
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Fortaleza mía, en ti esperaré; porque Dios es mi alto refugio.
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Mi Dios misericordioso me saldrá al encuentro. Dios me hará ver mi deseo cumplido en mis enemigos.
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