-
Ten misericordia de mí, oh SEÑOR, porque desfallezco. Sáname, oh SEÑOR, porque mis huesos están abatidos.
-
También mi alma está muy turbada; y tú, oh SEÑOR, ¿hasta cuándo?
-
Vuelve, oh SEÑOR; libra mi alma. Sálvame por tu misericordia
-
porque en la muerte no hay memoria de ti; ¿quién te alabará en el Seol?
-
Me he agotado de tanto gemir. Toda la noche inundo mi cama y con mis lágrimas empapo mi lecho.
-
Mis ojos están debilitados por el pesar; se han envejecido a causa de todos mis adversarios.
Continúa después de la publicidad