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Apártense de mí todos los que obran iniquidad, porque el SEÑOR ha oído la voz de mi llanto.
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¡El SEÑOR ha escuchado mi ruego! ¡El SEÑOR ha aceptado mi oración!
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Todos mis enemigos se avergonzarán y se aterrarán. Retrocederán y, de repente, serán avergonzados.
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