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Tú oyes la oración; a ti acudirá todo ser.
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Las palabras de iniquidad prevalecen contra mí pero tú perdonarás nuestras rebeliones.
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Bienaventurado el hombre que tú escoges y haces que se acerque a ti para que habite en tus atrios. Seremos saciados del bien de tu casa, de tu santo templo.
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Con hechos tremendos nos responderás en justicia, oh Dios de nuestra salvación, esperanza de todos los confines de la tierra y de todos los mares más distantes.
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Tú eres el que afirmas las montañas con poder, ceñido de poderío.
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Tú eres el que sosiegas el estruendo de los mares, el estruendo de las olas y el tumulto de los pueblos.
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