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¡Bendigan, oh pueblos, a nuestro Dios! Hagan que se escuche la voz de su alabanza.
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Él es quien preservó la vida a nuestra alma y no permitió que resbalasen nuestros pies.
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Tú nos has probado, oh Dios; nos has purificado como se prueba la plata.
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Nos metiste en la red y pusiste apretura sobre nuestros lomos.
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Hiciste que los hombres cabalgaran encima de nuestra cabeza. Pasamos por el fuego y por el agua pero luego nos sacaste a abundancia.
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Entraré en tu templo con holocaustos; te pagaré mis votos
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que pronunciaron mis labios y que mi boca prometió cuando yo estaba angustiado.
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Te ofreceré holocaustos de animales engordados, con incienso de carneros. Sacrificaré toros y machos cabríos. Selah
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Vengan; oigan, todos los que temen a Dios, y contaré lo que ha hecho por mi vida.
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A él invoqué con mi boca y con mi lengua lo ensalcé.
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Si en mi corazón yo hubiera consentido la iniquidad el Señor no me habría escuchado.
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¡Pero de veras Dios me ha escuchado! Él atendió a la voz de mi oración.
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