-
“¡Huyen, huyen los reyes de los ejércitos!”. Y en casa las mujeres reparten el botín.
-
Aunque se recostaban entre los rediles, las alas de la paloma se cubrieron de plata, y sus plumas con la amarillez del oro.
-
Cuando el Todopoderoso esparció allí a los reyes el monte Salmón se cubrió de nieve.
-
¡Monte de Dios es el monte de Basán! ¡Alto es el monte de Basán!
-
Oh montes de elevados picachos, ¿por qué miran con hostilidad al monte que Dios ha deseado como morada? Ciertamente el SEÑOR habitará allí para siempre.
-
Los carros de Dios son miríadas de miríadas, y millares de millares. ¡Entre ellos el Señor viene del Sinaí al santuario!
-
Subiste a lo alto, tomaste cautivos. Tomaste tributos de los hombres, aun de los rebeldes, para que allí habitara el SEÑOR Dios.
-
¡Bendito sea el Señor! Día tras día lleva nuestras cargas el Dios de nuestra salvación. Selah
-
Nuestro Dios es Dios de salvación; del SEÑOR Dios es el librar de la muerte.
-
Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos; la cabelluda coronilla del que camina en sus pecados.
-
El Señor dijo: “De Basán los haré volver; los haré volver de lo profundo del mar
-
para que laves tus pies en sangre, y también la lengua de tus perros en la de tus enemigos”.
-
¡Vean las marchas triunfales de Dios, las marchas triunfales de mi Dios y Rey, en el santuario!
-
Los cantores van delante, los músicos detrás, y en medio van las jóvenes tocando tamboriles.