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Aunque se recostaban entre los rediles, las alas de la paloma se cubrieron de plata, y sus plumas con la amarillez del oro.
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Cuando el Todopoderoso esparció allí a los reyes el monte Salmón se cubrió de nieve.
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¡Monte de Dios es el monte de Basán! ¡Alto es el monte de Basán!
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Oh montes de elevados picachos, ¿por qué miran con hostilidad al monte que Dios ha deseado como morada? Ciertamente el SEÑOR habitará allí para siempre.
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Los carros de Dios son miríadas de miríadas, y millares de millares. ¡Entre ellos el Señor viene del Sinaí al santuario!
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Subiste a lo alto, tomaste cautivos. Tomaste tributos de los hombres, aun de los rebeldes, para que allí habitara el SEÑOR Dios.
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¡Bendito sea el Señor! Día tras día lleva nuestras cargas el Dios de nuestra salvación. Selah
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