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Oh Dios, cuando saliste delante de tu pueblo, cuando marchaste por el desierto, Selah
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la tierra tembló; también los cielos gotearon ante Dios. Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.
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Abundante lluvia esparciste, oh Dios; a tu posesión exhausta reanimaste.
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Tu rebaño ha habitado en ella. Por tu bondad, oh Dios, has provisto para el pobre.
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El Señor da la palabra, y una gran hueste de mujeres anuncia la buena nueva:
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“¡Huyen, huyen los reyes de los ejércitos!”. Y en casa las mujeres reparten el botín.
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