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Tú conoces mi afrenta, mi confusión y mi oprobio. Delante de ti están todos mis enemigos.
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La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé que alguien se compadeciera de mí, y no hubo quién. Busqué consoladores, y no hallé ninguno.
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Además, me dieron hiel en lugar de alimento, y para mi sed me dieron de beber vinagre.
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Que les sea una trampa la mesa que tienen delante; lo que es para bien, que les sea de tropiezo.
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Que se oscurezcan sus ojos para no ver, y haz que siempre tambaleen sus lomos.
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Derrama tu ira sobre ellos, y el furor de tu enojo los alcance.
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Quede desolada su casa, y en sus tiendas no haya morador.
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Porque persiguieron a quien tú heriste y comentan el dolor de los que tú llagaste.
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Añade maldad sobre su maldad, y no entren en tu justicia.
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Sean borrados del libro de los vivientes, y no sean contados con los justos.
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