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A Salomón. Oh Dios, da tus juicios al rey, y tu justicia al hijo del rey.
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Él juzgará a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud.
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Los montes producirán paz para el pueblo; y las colinas, justicia.
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Juzgará a los pobres del pueblo; salvará a los hijos del necesitado y quebrantará al opresor.
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Durará con el sol y la luna, generación tras generación.
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Descenderá como lluvia sobre la hierba cortada, como los aguaceros que humedecen la tierra.
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En sus días florecerá el justo; habrá abundancia de paz hasta que no haya más luna.
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Dominará de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra.
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Delante de él se postrarán los habitantes del desierto, y sus enemigos lamerán el polvo.
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Los reyes de Tarsis y de las costas del mar le traerán presentes; los reyes de Saba y de Seba le presentarán tributo.
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Ante él se arrodillarán todos los reyes y le servirán todas las naciones.
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Librará al necesitado que suplica y al pobre que no tiene quien le socorra.
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Tendrá piedad del pobre y del necesitado, y salvará la vida de los necesitados.
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De la opresión y de la violencia les redimirá la vida; la sangre de ellos será preciosa a sus ojos.
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Vivirá, y se le dará el oro de Saba. Se orará por él continuamente; todo el día se le bendecirá.
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Haya abundancia de grano en la tierra; sea copioso en las cumbres de los montes. Su fruto brotará como el Líbano, y surgirá como la hierba de la tierra.
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Para siempre será su nombre; será perpetuado mientras dure el sol. En él serán benditas todas las naciones y lo llamarán bienaventurado.
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¡Bendito sea el SEÑOR Dios, Dios de Israel! Solo él hace maravillas.
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¡Bendito sea para siempre su nombre glorioso! Toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y amén.