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De veras se amargaba mi corazón y en mi interior sentía punzadas.
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Pues yo era ignorante y no entendía; yo era como un animal delante de ti.
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Con todo, yo siempre estuve contigo. Me tomaste de la mano derecha.
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Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria.
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¿A quién tengo yo en los cielos? Aparte de ti nada deseo en la tierra.
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Mi cuerpo y mi corazón desfallecen; pero la roca de mi corazón y mi porción es Dios, para siempre.
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