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porque tuve envidia de los arrogantes al ver la prosperidad de los impíos.
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Pues no hay para ellos dolores de muerte; más bien, es robusto su cuerpo.
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No sufren las congojas humanas ni son afligidos como otros hombres.
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Por eso la soberbia los ciñe cual collar, y los cubre un vestido de violencia.
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Sus ojos se les salen de gordura; logran con creces los antojos de su corazón.
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Se mofan y hablan con maldad; desde lo alto planean la opresión.
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Dirigen contra el cielo su boca, y su lengua recorre la tierra.
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