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Los nubarrones vertieron sus aguas, tronaron las nubes, también se desplazaron tus rayos.
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El tronar de tu voz estaba en el torbellino; los relámpagos alumbraron al mundo; la tierra se estremeció y tembló.
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Tu camino estaba en el mar, y tu sendero en las caudalosas aguas. Pero tus huellas nadie las pudo conocer.
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