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Al Señor busco en el día de mi angustia. Sin cesar extiendo a él mis manos en la noche; mi alma rehúsa el consuelo.
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Me acuerdo de Dios y gimo; medito y mi espíritu desfallece. Selah
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Tú retienes los párpados de mis ojos; estoy turbado y no puedo hablar.
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Considero los días de antaño, los años antiguos.
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Recuerdo mi canto en la noche. Medito en mi corazón y mi espíritu investiga.
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¿Acaso nos desechará el Señor para siempre? ¿Ya no volverá a ser propicio?
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¿Se ha agotado para siempre su misericordia? ¿Se han acabado sus promesas por generación y generación?
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¿Se ha olvidado de ser clemente? ¿En su ira ha cerrado su compasión? Selah
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