-
Pues sus corazones no eran firmes para con él, ni eran fieles con su pacto.
-
Con todo, él perdonaba misericordioso la maldad y no los destruía. En muchas ocasiones apartó su ira y no despertó todo su enojo.
-
Se acordó de que ellos eran carne, un soplo que va y no vuelve.
-
¡Cuántas veces lo amargaron en el desierto; lo entristecieron en la sequedad!
-
Volvían a probar a Dios e irritaban al Santo de Israel.
-
No se acordaron de su mano en el día que los redimió del adversario,
-
cuando impuso en Egipto sus señales y sus maravillas en los campos de Tanis.
Continúa después de la publicidad