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“Aparté su hombro de debajo de la carga; sus manos fueron apartadas del peso de los cestos.
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Clamaste en la calamidad, y yo te libré. Te respondí en lo oculto del trueno. Te probé junto a las aguas de Meriba. Selah
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“Escucha, oh pueblo mío, y testificaré contra ti. ¡Oh Israel, si me oyeras…!
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No haya dios extraño en medio de ti ni te postres ante dios extranjero.
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Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te hice venir de la tierra de Egipto. Abre bien tu boca, y la llenaré.
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“Pero mi pueblo no escuchó mi voz; Israel no me quiso a mí.
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Por eso los entregué a la dureza de su corazón, y caminaron según sus propios consejos.
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