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Hazlos como a Madián; como a Sísara y a Jabín en el arroyo de Quisón.
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Perecieron en Endor y fueron hechos abono para el suelo.
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Pon a sus nobles como a Oreb y a Zeeb; a todos sus príncipes, como a Zébaj y a Zalmuna.
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Porque han dicho: “Heredemos nosotros los prados de Dios”.
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Oh Dios mío, hazlos como remolino de hojas, como paja ante el viento,
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como fuego que quema el bosque, como llama que abrasa las montañas.
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Persíguelos con tu tempestad; aterrorízalos con tu huracán.
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Llena su cara de vergüenza; y que busquen tu nombre, oh SEÑOR.
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Sean confundidos y turbados para siempre; sean afrentados y perezcan.
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