Al músico principal. Sobre Guitit. Para los hijos de Coré. Salmo. ¡Cuán amables son tus moradas, oh SEÑOR de los Ejércitos!
Mi alma anhela y aun desea ardientemente los atrios del SEÑOR. Mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo.
Hasta el pajarito halla una casa y la golondrina un nido para sí donde poner sus polluelos cerca de tus altares, oh SEÑOR de los Ejércitos, ¡Rey mío y Dios mío!
¡Bienaventurados los que habitan en tu casa! Continuamente te alabarán. Selah
¡Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas y en cuyo corazón están tus caminos!
Cuando pasan por el valle de lágrimas lo convierten en manantial. También la lluvia temprana lo cubre de bendición.
Irán de poder en poder y verán a Dios en Sion.
Oh SEÑOR Dios de los Ejércitos, oye mi oración. Escucha, oh Dios de Jacob. Selah
Mira, oh Dios, escudo nuestro; pon tu vista en el rostro de tu ungido.
Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios que habitar en moradas de impiedad.
Porque sol y escudo es el SEÑOR Dios; gracia y gloria dará el SEÑOR. No privará del bien a los que andan en integridad.
Oh SEÑOR de los Ejércitos, ¡bienaventurado el hombre que confía en ti!
Salmo 83
Salmo 85
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