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Mi alma anhela y aun desea ardientemente los atrios del SEÑOR. Mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo.
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Hasta el pajarito halla una casa y la golondrina un nido para sí donde poner sus polluelos cerca de tus altares, oh SEÑOR de los Ejércitos, ¡Rey mío y Dios mío!
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