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Pero a ti he invocado, oh SEÑOR; de mañana sale a tu encuentro mi oración.
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¿Por qué desechas mi alma, oh SEÑOR? ¿Por qué escondes de mí tu rostro?
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Yo estoy pobre y abatido; desde mi infancia he cargado tus terrores. ¡Ya no puedo más!
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Sobre mí ha pasado tu ira; tus terrores me han destruido.
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De continuo me han rodeado como inundación y, al mismo tiempo, me han cercado.
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Has alejado de mí a mis amigos y compañeros; solo las tinieblas son mi compañía.
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