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Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David:
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Su descendencia será para siempre; y su trono, delante de mí, como el sol.
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Será como la luna que permanece firme para siempre; un fiel testigo en medio de las nubes”. Selah
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Pero tú has desechado y menospreciado a tu ungido; te has airado contra él.
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Tú has rechazado el pacto de tu siervo, y su diadema has profanado hasta el suelo.
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Has roto todos sus vallados y has convertido en ruinas sus fortalezas.
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Lo saquean todos los que pasan por el camino; es objeto de afrenta a sus vecinos.
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Has enaltecido la mano derecha de sus enemigos, y has alegrado a todos sus adversarios.
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Asimismo, has hecho volver atrás su espada y no lo levantaste en la batalla.
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Has hecho cesar el cetro de su esplendor, y has echado su trono por tierra.
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Has acortado los días de su juventud, y le has cubierto de afrenta. Selah
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¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá tu ira como el fuego?
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Recuerda, por favor, cuán pasajero soy. ¿Por qué habrás creado en vano a todos los hijos del hombre?
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¿Qué hombre vivirá y no verá la muerte? ¿Librarás su vida del poder del Seol? Selah
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Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias que por tu fidelidad juraste a David?