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[1] Al músico principal. Sobre Mut-laben. Salmo de David. Te alabaré, oh SEÑOR, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas.
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Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré a tu nombre, oh Altísimo.
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Cuando mis enemigos volvieron atrás, cayeron y perecieron ante ti.
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Porque has defendido mi juicio y mi causa; te has sentado en el trono del Juez de justicia.
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Reprendiste a las naciones; destruiste a los impíos; el nombre de ellos has borrado para siempre.
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El enemigo ha sucumbido para siempre; sus ciudades has destruido; con ellas pereció su recuerdo.
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Pero el SEÑOR permanecerá para siempre; ha dispuesto su trono para juicio.
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Él juzgará al mundo con justicia; hará juicio a los pueblos con rectitud.
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El SEÑOR será un alto refugio para el oprimido, un refugio en los tiempos de angustia.
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En ti confiarán los que conocen tu nombre pues tú, oh SEÑOR, no abandonaste a los que te buscaron.
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Canten al SEÑOR, que habita en Sion; cuenten en los pueblos sus hechos.
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Porque el Vengador de la sangre se acordó de ellos; no se olvidó del clamor de los pobres.
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Ten compasión de mí, oh SEÑOR. Mira la aflicción que me han causado los que me aborrecen; tú, que me levantas de las puertas de la muerte,
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para que cuente todas tus alabanzas en las puertas de la hija de Sion y me goce en tu salvación.
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Las naciones se hundieron en la fosa que hicieron; en la red que escondieron fue atrapado su pie.
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El SEÑOR se dio a conocer por el juicio que hizo; los impíos fueron atrapados en la obra de sus propias manos. Higayón, Selah
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Los impíos serán trasladados al Seol, todas las naciones que se olvidan de Dios.
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Porque el necesitado no será olvidado para siempre ni la esperanza de los pobres perecerá eternamente.
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¡Levántate, oh SEÑOR! ¡Que no prevalezca el hombre! Sean juzgadas las naciones delante de ti.
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Infúndeles pánico, oh SEÑOR. Que sepan las naciones que no son más que hombres. Selah